Todo emprendedor y sobre todo aquel relacionado con el diseño y la comunicación digital, ha tenido que lidiar una o más veces con clientes tóxicos, una auténtica tortura que hay que intentar esquivar a toda costa o al menos saber enfrentarse a ellos antes de que acaben chupándote la sangre. Pero, ¿Sabes lo que es un cliente tóxico?

Algunos especímenes son aparentemente amables y encantadores pero su único objetivo es exprimirte al máximo por el menor coste posible y sin valorar nunca tus esfuerzos. Las tácticas que utilizan para su fin son casi ilimitadas y el problema es que hasta que no llevas un tiempo trabajando para ellos no te das cuenta de que se ha convertido en un problema para tu negocio.

Y clientes tóxicos los hay de muchos tipos. Aquí algunos de ellos:

1. El que todo lo necesita para ya, o más bien para ayer. Urgente es su palabra favorita.

2. El que siempre regatea y además paga tarde. Todo le parece caro, pide descuentos y trabajos extra gratis. Suele prometer que te contratará en un futuro grandes proyectos o que te traerá nuevos clientes.

3. El que no sabe comunicar sus ideas, es contradictorio o no se implica en el proyecto.

4. El que llega siempre tarde o no se presenta a las reuniones programadas, lo que hace que pierdas el tiempo continuamente.

5. El indeciso por naturaleza. Parece que le gusta, parece que no, y cuando el trabajo está terminado decide que no acaba de convencerle y quiere darle al proyecto un giro radical.

6. El que quiere que estés a su disposición las 24 horas del día. Sus consultas y llamadas de teléfono son constantes.

7. El que cuestiona constantemente tus habilidades, experiencia y profesionalidad. Impone su opinión aunque no tenga fundamento.

8. El cliente que simplemente te cae mal. No te sientes a gusto en él.

9. El cliente que quiere que hagas todo lo que te pide. No importa si es  incorrecto, técnicamente inviable o si no se especificó en tu oferta. No parará hasta conseguirlo y además te lo pedirá de malas maneras.

10. El que no paga. Así de simple. Durante todo el proceso es el cliente perfecto pero cuando le pasas la factura desaparece de la faz de la tierra.

Si un cliente tóxico no es rentable económicamente, pierdes la confianza en ti mismo, hace que no disfrutes de tu trabajo, merma tu reputación o te produce estrés, ha llegado la hora de decirle adiós. Hay que aprender a decir NO a sus exigencias o a hacerle entender que no estás dispuesto a sufrir determinados comportamientos.

 

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