Artículo publicado en la revista LECOMENTS en enero de 2008

Nos sentimos conmovidos ante su tamaño y atmósfera, Nueva York, Hong kong, Buenos Aires, México D.C. o Tokio son algunos de los posibles ejemplos de metrópolis embrión.

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Los seres humanos nos hemos convertido en habitantes de ciudades colmena, donde el sol ya no alcanza a los transeúntes, habituados a vivir entre las sombras de los gigantes rascacielos de hormigón y acero. Ciudades devoradoras de todo espacio y paisaje sirven de excipiente para la solución humana.

El futuro, concepto inabarcable que asociado a las tres dimensiones es un elemento transformador del espacio en que vivimos, del entorno vital cotidiano. “El mañana” ha ocupado las mentes de grandes pensadores y ha servido de inspiración para multitud de manifiestos científicos artísticos, dando como resultado espectaculares ciudades imaginarias, postulados gráficos que con el tiempo se autoafirman.

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Los primeros ejemplos contemporáneos los tenemos a principios del siglo pasado en el Futurismo, movimiento inicial de las corrientes de vanguardia artística. Antonio Sant’Elia y Mario Chiattone son los primeros visionarios que hacen dibujos sobre una ciudad moderna. Sant’Eliá en su “Manifiesto de la arquitectura futurista”, plantea un proyecto utópico que cristalizó en las imágenes de la Ciudad Nueva: la nueva medida ya no era el edificio, sino la estructura urbana, y apostaba, además, por las nuevas tipologías, como estaciones de trenes y aeroplanos, centrales eléctricas, casas escalonadas con ascensores… Se trataba de un nuevo mundo vertical y mecánico, conectado a través de redes de ascensores de hierro y cristal.

La literatura de la ciencia ficción ha investigado sin descanso sobre las distintas posibilidades de un futuro metropolizado. Por citar algunos Jack vance, Isaac Asimov, Larry Niven, Frederick Pohl o Kevin O’Donnell, en su literatura, presentan toda una teoría de lo posible que puede acontecer en los próximos siglos. Han planteado alternativas que ya hemos superado y muchas otras que tarde o temprano vivamos.

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La pantalla grande, casi siempre sustentada por argumentos de estos grandes de la C.Ficción, nos ha adelantado estampas magníficas de ciudades del futuro, algunas decadentes y angustiantes como la visionaria Metrópolis(1927) del director Fritz Lang o Blade Runner (1982, Riddley Scott), películas hiperrealistas dentro del género de la Ciencia Ficción. Cabría citar Gattaca (1997, Andrew Niccol) inspirada en la novela de Aldous Huxley, “Un mundo feliz”,  mucho más luminosa aunque no menos crítica y con un planteamiento de una sociedad estructurada para vivir bajo un orden logrado mediante procesos pedagógico-genéticos. El cine de animación manga, con la idolatrada Akira (1985,Katsuhiro Otomo) o Metrópolis 2001 (Hayashi Shigeyuki) tienen entornos urbanos, que no escapan a la atención del espectador, sorprendentemente rigurosas. Sin duda tener como premisa el apretado y tecnológico estilo de vida de los ciudadanos de Tokio resulta inspirador para los creativos animadores.

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Pero todas estas expresiones de la desconocida ciudad futura suelen tener un denominador común, un urbanita sumergido entre la multitud y aislado en sus pensamientos, la soledad entre las masas. Ciudades que se erigen protagonistas en cualquier actividad vital, y un ser humano que se limita a sobrevivirlas y soportarlas, por que ya no queda ningún otro sitio a donde huir. El hogar es un lugar pequeño en lo alto de un gran edificio, donde la claustrofobia no tiene cabida en apartamentos con tan poco espacio para el habitante.

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Probablemente no necesitemos más ejemplos de lo terrible para resolver el presente. Sin embargo la escala y poder de estos mega núcleos urbanos verticales y masificados tiene una componente erótica que nos atrae hacia ellos, el ser humano es esclavo de su creación arquitectónica y decide sobrevivirla hipnotizado por su grandeza. En la Metrópolis, el hombre habrá perdido el control sobre el espacio urbano, éste habrá dejado de ser nuestro, y se erigirá ante nosotros sometiéndonos a su capricho.

Edición impresa del artículo publicado:

metropolis la ciudad deshumanizante

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