Internet está en todas partes. Si, también allá donde aún no te imaginas. Pulseras deportivas que registran tus estadísticas en la nube, cámaras digitales con wifi propia, monederos electrónicos, gafas que muestran la realidad aumentada, sistemas domóticas en los hogares…

Todo ello son ejemplos de lo que llamamos ‘El Internet de las Cosas’ (en inglés Internet of things, IoT), que no es más que la interconexión digital de objetos cotidianos con internet.

Según Hans Vestberg, CEO de Ericsson “Si una persona se conecta a la red, le cambia la vida. Pero si todas las cosas y objetos se conectan, es el mundo el que cambia”. Y eso precisamente es lo que está ocurriendo.

Internet de las cosas

 

En medio de la actual revolución digital, su implantación es cada vez más fácil y rápida. Algunas de las aplicaciones del Internet de las Cosas que podremos disfrutar en un futuro no muy lejano son:

 – Ropa que analizan nuestro estado de ánimo o que se adaptan a la temperatura corporal

 – Cepillos de dientes que alertan de una posible caries y pidiera cita con el dentista.

 – Inodoros que analizan la orina y las heces informando de tu salud y recomendando dietas para mejorarla.

 – Collares para controlar a tu perro la salud y ubicación de tu mascota.

 – Frigoríficos automáticamente preparan la lista de la compra e incluso hacen el pedido online al supermercado.

 – Vehículos que buscan estacionamiento y te avisan de posibles infracciones de tráfico.

 – Vestidores que nos recomiendan qué ropa llevar según la temperatura o el lugar al que nos dirijamos.

Lo que está claro es que, tarde o temprano, el IoT va a cambiar nuestro mundo, revolucionar la forma en que entendemos la comunicación y modificar el funcionamiento de las ciudades. La calidad de vida de las personas será innegable, pero también platea cuestiones a futuro en el mercado laboral o la gestión de la información personal en la nube.

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