Cuando se inicia un encargo de un proyecto residencial de nueva planta o la reforma de una vivienda existente, se suele partir de un programa de necesidades. El arquitecto se reúne con el cliente o promotor para elaborar dicho programa. Es un proceso que lleva su tiempo.

Aquí es cuando surge toda una casuística de enfoques profesionales que irían desde el extremo más comercial, “el cliente siempre tiene la razón”, hasta el extremo contrario más soberbio que yo he llegado a escuchar de un colega, “el arquitecto debe enseñar a vivir a los habitantes de sus proyectos”.

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En mi opinión ninguno de los dos extremos acierta. El cliente es el propietario de su vivienda y ello le da un derecho y poder incuestionable. Pero no es arquitecto y generalmente no es capaz de valorar en su conjunto la complejidad de un proyecto (normativa, orientación, entorno, materiales, estructura, instalaciones …). La comunicación arquitecto cliente es siempre muy importante y productiva.

Nuestras vidas transcurren dentro del hogar en un gran porcentaje de su tiempo, en la vivienda. La convivencia cotidiana con la familia sucede allí. Una vivienda incómoda suele ser el origen de muchas discusiones domésticas.

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[bctt tweet=»No hay estilos feos, hay malos diseños. #arquitectura #interiorismo» username=»@commoestudio»]

No hay estilos feos, hay malos diseños. El profesional debe escuchar y entender a los clientes. Saber interpretar cuáles son sus necesidades actuales y futuras, sus deseos y caprichos, saber priorizarlos, saber diseñarlos adaptados a un espacio concreto, saber legalizarlos, saber presupuestarlos y saber construirlos, es un oficio difícil. Me gusta creer que se sigue contratando a los arquitectos para algo más que obtener la licencia.

[bctt tweet=»Si quiere ser más feliz pruebe una vivienda a medida proyectada por un arquitecto.» username=»@commoestudio»]

Si quiere ser más feliz pruebe una vivienda a medida proyectada por un arquitecto.

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