El vídeo es la herramienta perfecta para promocionar una marca o producto, para presentar una empresa, para plasmar un proceso industrial, para sorprender a los amigos, para guardar un recuerdo imborrable de la familia… “Una imagen vale más que mil palabras”

Hoy día cualquiera puede grabar un vídeo, desde su propio teléfono móvil o con sofisticadas cámaras digitales. Pero hay un paso importante que no todo el mundo tiene en consideración y que es lo que permite que una grabación pase de ser un anodino vídeo a una verdadera obra de arte. Hablamos del montaje y la post-producción.

Decidir el orden narrativo de las escenas, añadir transiciones, insertar rótulos, efectos especiales, fundidos… o incorporar música maravillosa a las imágenes, ralentizarlas o aumentar su velocidad, añadir movimiento a un plano fijo, intercalar fotografías entre las escenas de vídeo. Todo eso se hace en el proceso de montaje y es la parte final de la producción de un vídeo. Editar requiere mucho esfuerzo y aprendizaje, pero gracias a ello se puede decidir que mostrar y que no, cómo contar un hecho y añadir información extra que no se puedo tomar cuando se grababa.  Todo ésto marca la diferencia entre un vídeo amateur y uno profesional.

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