Artículo publicado en la revista LECOMENTS en Marzo de 2008

Configurando una de las manzanas residenciales con más solera de la ciudad de Valencia, proyectada por el arquitecto Enrique Viedma, La Finca Roja es uno de los edificios más singulares del movimiento moderno de los años 30. La Finca Roja se ubica en el céntrico barrio valenciano de Jesús.

Este emblemático edificio ha sido declarado recientemente área de rehabilitación y se incluye en las actuaciones que contempla el Programa Restauro de la Comunitat Valenciana. Considerado uno de los 50 mejores edificios españoles del siglo XX la Generalitat ha anunciado que sufragará el 54% de la restauración de la Finca Roja, que se traduce en unos 1.190.000 euros, para mejorar cubiertas y fachadas interiores y exteriores.

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El edificio alberga un total de 378 viviendas, agrupadas en 10 portales y con un característico gran patio interior de manzana ajardinado. Sus propietarios podrán acogerse a las máximas ayudas en materia de rehabilitación recogidas en el Decreto 81 de Ayudas a la Rehabilitación que, en interacción con el Programa Restauro, persigue impulsar la renovación urbana, la mejora de la habitabilidad y la supresión de las barreras arquitectónicas de las personas con movilidad reducida.

El inmueble, como otros de la época, pretendía crear un nuevo estilo de viviendas destinadas a la clase media. Popularmente se la conocía como “la casa colmena de la calle Jesús”. Sin embargo a día de hoy la calidad espacial de sus viviendas y zonas comunes es magnífica. Es sorprendente observar cómo la evolución social y económica ha hecho que las necesidades espaciales se hayan ido reduciendo, o por lo menos sacrificando, en vez de todo lo contrario.

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La construcción de la finca roja se inserta en la década que va de 1925 a 1935. Este modelo residencial está amparado por una legislación específica: las Leyes de Casas Baratas de 1911 y 1921, con sus reglamentos y decretos complementarios de los años siguientes, y el Régimen de Casas Económicas, de 1925, destinado a “la clase media” de aquellas ciudades con más de 30.000 habitantes, que ofrecía préstamos, exenciones y otros beneficios fiscales a cooperativas de trabajadores sin afán de lucro, lo que se traduce en el lanzamiento de cooperativas vinculadas a los ramos profesionales de Periodistas, Agentes Comerciales, etc.

Ambas leyes, reforzadas con la Ley Salmón del 26 de junio de 1935, ésta última ampliamente aplicada en Valencia por su política de reforma interior y su elevada tasa de inmigración, definen el marco legal con el que las viviendas “baratas” y “económicas” se introducen en los “ensanches burgueses”. No se trataba simplemente de resolver un problema de insalubridad de los barrios y proporcionar habitación digna y asequible a los estratos inferiores de la sociedad, sino de integrar una creciente cantidad de viviendas de bajo precio, en virtud del fuerte aumento del éxodo rural, en las nuevas modalidades de crecimiento urbano, ya sea el de los nuevos ensanches o el de la ciudad-jardín.

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Aparecen dos tipologías distintas de vivienda obrera en función de una u otra modalidad de expansión urbana: por un lado, la tipología de manzana cerrada y viviendas dispuestas por pisos, presentando hasta cinco alturas, viviendas de una a tres habitaciones y dotación mínima de servicios, de tal modo que la vivienda económica se inserta limpiamente en la estructura urbana sin diferencias morfológicas sustanciales con la vivienda burguesa; por otro el modelo semiurbano que se levanta en las afueras de la ciudad conservando un cierto carácter de vivienda unifamiliar, de acuerdo con el modelo de ciudad-jardín de las sociedades industriales.

Al primer tipo pertenece la Finca Roja en la manzana que forman las calles Jesús, Marvá, Albacete (antes Vitoria) y Maluquer.

Al segundo, por ejemplo, los conocidos popularmente como chalets de los periodistas, de la Asociación de la Prensa, iniciados en 1926 con todas las bendiciones oficiales y entregados en 1933-34. Se trata de dos promociones a ambos lados del Paseo al Mar, actualmente avenida de Blasco Ibañez, de algún modo ya planteada en 1893 sobre el proyecto inicial, y finalmente proyectadas por Enrique Viedma en el mismo arranque del paseo junto a los Viveros Municipales.

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La Finca Roja ha trascendido, y con el tiempo esta obra fruto de una iniciativa de vivienda económica y social se ha transformado en patrimonio arquitectónico de Valencia, con unas valiosas unidades residenciales no aptas para cualquier bolsillo. Probablemente los motivos los encontremos en la calidad espacial del proyecto y en su céntrica ubicación.

Hoy en día existen multitud de proyectos de VPO gestionados por el IVVSA (Instituto Valenciano de la Vivienda, S.A.) que han sido concebidos con la misma intención, vivienda económica y social. En la mayoría de las ocasiones, sus diseños surgen de un concurso muy participado de multitud de arquitectos. La calidad de estos proyectos suele ser notable.

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Actualmente la necesidad de practicar iniciativas de promoción de VPO tiene causas bien distintas a las que movieron a ello en el pasado. Sin embargo podemos ser optimistas pues inexplicablemente es más fácil encontrar arquitectura de calidad en vivienda protegida que en la libre.

 

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