Entrevista publicada en la revista LECOMENTS en mayo de 2007

TÓTEM. Emblema tallado o pintado, objeto de la naturaleza, generalmente un animal, que en la mitología de algunas sociedades se toma como emblema protector de la tribu o del individuo.

Carlos Morenilla – Rascacielos. Hay quien opina que son la solución para estas macrociudades. Cuando su territorio se acaba, éstos favorecen el esponjamiento urbano subiendo en vertical y generando alrededor espacios abiertos. ¿Cómo ve un auténtico rascacielos en Valencia?.

Miquel Navarro- Lo veo bien, Valencia está en un momento en el que aún puede crecer, pero pienso que rascacielos que actuaran como campaniles de las antiguas iglesias, o tótems, serían acertados. Siempre que sea en un sitio donde aún esté por determinar el urbanismo y se pueda crear una buena ordenación alrededor, donde desaparezca algún elemento …  espacios con cambios, ahí podría surgir un rascacielos. Por ejemplo, donde está el actual Mestalla, si se tienen que construir 8 torres, prefiero que se construya una. Yo para ver varias torres de 20 pisos prefiero que se haga una de 100.

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C – ¿Es una zona urbana que lo admite?

M – Es una zona que parece ser que lo admite bien ya que está dotada de comunicaciones, metro y bus, y tiene todo tipo de servicios.

C – ¿Le seduce intervenir en este tipo de aventura, en estos momentos?.

M – Hombre, yo no soy arquitecto, podríamos colaborar un arquitecto y yo, quizás yo definiría formalmente el rascacielos, de un modo creativo, y necesitaría la ayuda técnica del arquitecto para resolver estructural y funcionalmente el edificio.

C – Ha comentado en alguna ocasión que cuando ve una ciudad le entran ganas de rehacerla con un criterio más claro y ordenado, dentro de unos axiomas, pero con el paso del tiempo ha cambiado de opinión …

M – Si, digamos que lo único que ocurre es que no se me olvida el hecho de que soy habitante de mi ciudad…  pero esto no tiene nada que ver con mi obra. Mi obra es una visión poética, es una metáfora cargada de signos y de símbolos. Yo hago una separación de lo que es mi obra, por una parte y lo que soy yo como ciudadano. Como ciudadano opino que las calles deberían ser más anchas y haber más parques, y haber mejores servicios públicos pero como artista, no, como artista yo admito mi propia contradicción y la contradicción de esa ciudad a la que pertenezco que ya tiene una suma de estratos. Acepto el casco histórico, y el ensanche etc…  y la perspectiva como ciudadano, que la quiere rehacer, también es parte de mí.

C – Usted en el pasado vivió en un rascacielos. Ahora vive en una casa de pueblo a ras del suelo, aquí en Mislata, en un entorno con más tradición y con otra escala.¿Cómo afecta a su obra?.

M – Yo vivo en una vivienda baja ahora, me gusta tener contacto con el jardín, mis cipreses, buganvillas y jazmines, es una forma distinta de vivir. Como escultor necesito un estudio a ras de suelo, como escultor con cierta ortodoxia, aunque también me podría montar un estudio donde yo elucubrara sobre la escultura sin llegar a concretarla. El modo de vida afecta totalmente a la obra, aunque no sé si es una contradicción decir que me gustan la dos opciones. No  pasa nada tampoco.

Lo que no me gusta son las cosas hechas con mala calidad, mala percepción y mala ubicación… por ejemplo si hablamos de vivir en un chalet o casa de campo, no estoy diciendo que me gusten las urbanizaciones de chalets adosados que se extienden de una manera brutal por el territorio, eso no me gusta, para eso prefiero una torre, pero en fin puedo ser contradictorio … (Miquel sonríe)

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… pienso que en la arquitectura tanto el elemento bajo como el alto tienen importancia, todo está en la calidad del rascacielos o el chalet, y cómo ocupa el territorio. Hay que buscar la alternativa más depurada, el sitio apropiado y resolver el espacio que lo rodea sin generar conflictos. Ello no quita que, por ejemplo, Nueva York con una construcción más arbitraria, también tenga su encanto. Resulta interesante porque parece un bosque más denso, sin embargo está controlado. Parece que un rascacielos está pegado al otro, pero no es cierto, los rascacielos tienen su propio territorio, son como una isla, son como una ciudad dentro de una ciudad. El rascacielos es un elemento que me encanta, resume, sintetiza, tiene esa lectura ascendente. Toda la vida ha sido una constante el elemento constructivo de la arquitectura. Al ver los rascacielos recuerdo la ciudad italiana de Bolonia, ciudades medievales, con sus torres, que ahora se han convertido en ciudadelas que caracterizan una ciudad. El rascacielos ya no es una torre medieval, es una torre más social, donde puede haber de todo, habitats, viviendas y oficinas con un uso más racional. Es un elemento menos contaminante del espacio pues al condensar todo en una única pieza no te extiendes por el territorio en horizontal y contaminas menos.

C – ¿Tiene a la vista algún proyecto de arquitectura?

M – No, yo no … (Miquel ríe)

C – ¿Seguro?

M – Seguro. (Miquel ríe)

… mira, cuando era pequeño lo arquitectónico fue una de las cosas que más me impresionó; desde las pirámides de Egipto hasta el puente de Brooklin, el mismo Empire State me parece una maravilla como rascacielos. Son recuerdos de mi adolescencia muy grabados y a los que no puedo dar una explicación racional. Las cosas que a veces te impactan en un primer momento no sabes por qué te impactan. Ha de pasar el tiempo para que sepas por qué te afectan. A medida que pasa el tiempo lo asimilas.

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El paisaje, cuando más me interesa, es cuando veo en él la mano humana, pero también tengo que decir que no de una forma caótica, ni desastrosa, sino con calidad, donde el hombre ha construido el elemento técnico, constructivo y estético más evolucionado.

C – Algunas preguntas de respuesta rápida: ¿Qué deporte le gusta más?

M – Me gusta “ver” el ciclismo.

C – ¿Cree en la existencia de un Dios?

M – No lo sé.

C – ¿Ha llorado al desprenderse de alguna obra?

M – No, porque pienso que no se pierden, pero sí que he sentido alejarme de ella.

C – ¿Se fía de los políticos?

M – Depende.

C – ¿Le gustan los toros?

M – Antes sí, y ahora ya no.

C – Se confiesa valenciano-parlante?

M – Sí.

C – ¿Los arquitectos y los escultores beben de las mismas fuentes?

M – Puede.

C – ¿Le gusta el ajedrez?

M – No.

C – ¿Duerme la siesta?

M – Sí, cuando puedo.

C – ¿El hombre es un ser en busca el amor verdadero?.

M – Sí.

C – Sus ciudades confiesa que son una metáfora pero, ¿qué parte hay de composición artística y qué parte de crítica?

M – Yo creo que tiene una mayor parte de sensualidad que de crítica, aunque más que crítica diría que contienen análisis de detalle. Hablamos de estratos. Aceptar los estratos tiene algo de analítico. Valencia fue ciudad romana, tiene ruinas romanas, me encanta su arqueología, la de cada siglo. Las edades que se van superponiendo, románico, gótico, renacimiento, etc… y lo contemporáneo, por supuesto. Esas visiones son pinceladas de tipo analítico y al mismo tiempo de tipo poético. Es más una composición artística, en resumen.

C – Me consta que le gusta el cine.

M – Me gusta pero no soy excesivamente culto en ello. Me gusta el cine y me gusta como cualquier otra manifestación artística, aunque no soy de acumulación de datos. Sé lo que me agrada o no, como con el vino, tampoco entiendo de marcas pero sé si me gusta cuando lo bebo.

C – ¿Qué influencia puede tener en su obra la película Metrópolis?

M – Ah, pues bastante. Hoy día Blade Runner es un referente, y yo creo que se olvidan de Metrópolis. Es la primera y además con más densidad. Pero como todo, lo que más publicidad tiene es lo que acapara más la atención. A mí me interesa mucho el cine de ficción, el cine de descubrimiento del espacio y del universo, la llegada a otros planetas, los virus, los insectos, las metamorfosis, mutaciones. Hablo de la ficción y de la realidad.

C – Un escultor de referencia a lo largo de la historia …

M – Miguel Ángel

C- Que además era arquitecto.

M – Sí, y pintor. Me resultaba cósmico, pero también hablaría de tantos otros …

C – ¿Cuál cree que es la característica de Miquel Navarro como escultor?

M – Por una parte, en los montajes, el sentido de agrupamiento, por eso hago ciudades, por que es un modo de agrupar historia, cultura y edificios, y en las esculturas autónomas es la síntesis del discurso.

C – Me atrevería a definirle en este apartado como “escultor urbanista”. Cuando realiza los montajes de sus ciudades en función del espacio que le dan puede acabar adoptando en una misma composición diferentes gestos, diferentes agrupaciones…

M – Sí, lo que podría cambiar son los ritmos. Lo entenderíamos si fuera una pieza musical, la manera en que cada uno podría interpretar las claves de la partitura. Aunque normalmente suelo ser bastante fiel a unas ciertas directrices desde el principio. También tengo obras interactivas para los niños y no niños, que participan y las combinan. Hay una en el George Pompidou, otra aquí en Valencia y otra en el Guggenheim de Bilbao.

C – ¿Cuándo se percata de que es Miquel Navarro, el artista?

M – Cuando ya no puedo desligarme de esa necesidad.

C – En su infancia ya mostraba interés por la escultura …

M – Sí, en mi niñez, jugaba con los niños de mi barrio a hacer figuritas con el barro que cogiamos en las acequias y las dejábamos secar después. El que mejor hacía mi calle era yo.

C – ¿Podría decirme qué obra le ha costado más de crear?.

M – Aún no la he creado. Considero que toda mi obra es una. Ahí entra todo, todo mi trabajo.

C – Cuando le presentan a alguien, ¿qué es lo primero en que se fija de la otra persona?.

M – En la mirada.

C – ¿A qué personaje le gustaría conocer?.

M – Más que conocer me gustaría tener amistad. En estos momentos habría tantos que no sabría cúal citar. Me hubiera gustado conocer a Pasolini.

Soy muy de la soledad del corredor de fondo. La amistad la considero como un elemento muy difícil, por la comunicación en sí que es muy difícil. Me gusta el conocimiento de la obra de un personaje, casi más que su persona. La obra de alguien es lo que me interesa, más que cómo es. Lo de querer relacionarse con personajes importantes entra en el terreno de lo ególatra. También me interesan los que no son importantes.

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C – Habla de la soledad, ¿es el falo, elemento muy presente en su obra, uno de los posibles símbolos de esa soledad?.

M – Sí, es como un elemento aislado, dentro de un contexto, digamos vituperado por la tempestad, o por la calma, o el silencio. Puede tener una connotación de poder, puede tener muchos significados. Lo he explicado alguna vez. Pero no me gusta explicar mi obra. La imagen tiene que hablar por sí sola.

C – ¿Es de los que se corta la coleta y se jubila?

M – No, si no tengo una enfermedad que me lo impida, no.

C – ¿Cuál es el encargo que le falta por hacer?

M – Quizás tú piensas que es un rascacielos, ¿no?. (Miquel ríe largo).

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NOTAS BIOGRÁFICAS.

Miquel Navarro, Pintor y escultor valenciano. Natural de Mislata ha vuelto a la misma casa y barrio donde nació. Desde su estudio del Barrio de la Morería ha proyectado su arte hacia los cinco continentes. Realizó su formación artística en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de la ciudad de Valencia. En su vertiente monumental, sus esculturas se han instalado en espacios públicos de Valencia, Castellón, Bilbao, Vitoria, Madrid, Bruselas, entre otras ciudades. “La Pantera Rosa” una fuente en realidad, es un monumento en conmemoración del canal Júcar-Turia, en Valencia. El Fanalet, en Quart de Poblet. El Parotet, donación realizada por Bancaixa a la ciudad de Valencia. En 1986 recibe el Premio Nacional de las Artes Plásticas. Actualmente ha concluido, Mantis, escultura de 30 metros de altura para la ciudad de Murcia.

Exposiciones: “New images from Spain” (1980) en el Guggenheim Museum de Nueva York, “Salón de los 16” (1982 y 1992) en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, “Bienal de Venecia” (1986), Pabellón español en la Expo´92 de Sevilla, “10 pintores/10 escultores en los ochenta” (1993) en el Pabellón Mudejar de Sevilla y Estación Marítima de A Coruña y “Espacios públicos, sueños privados” (1994) en la Sala de Exposiciones de la Comunidad de Madrid.

El IVAM le dedicó al artista en 1990 una gran exposición en la que se presentaron sus ciudades, y exhibió en su explanada la instalación de su monumental Minerva Paranoica, posteriormente adquirida por el museo en el que tiene una sala permanente. La donación al IVAM de quinientas doce obras pertenecientes a todos los periodos decisivos de su carrera convierten a este museo en lugar de indiscutible referencia para el estudio de su obra.

Edición impresa de la entrevista publicada:

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